El primer golpe
Ojos color tristeza, mirada anclada en el maltrato, Mónica Casco tiene veinticinco años y ya tuvo que decidir entre su vida y la del victimario, ya dió dos vidas y quitó una. Sus manos están manchadas de sangre, ya se enfrentó al machismo asesino del sistema, a la misoginia encarnada en la furia de un esposo maltratador. Mónica estuvo presa por defenderse del padre de sus hijos quien durante casi cinco años la violentó tanto que ya tenía un caso avanzado en el juzgado de Femicidio. La última vez que él intentó hacerle daño, borracho como siempre, todo terminó diferente. “Me dijo: aquí nos vamos a morir todos. Caí encima de mi bebé, lo estaba aplastando. Agarro el cuchillo, yo gritaba para que los vecinos oyeran, me quería cortar las manos, pero el cuchillo no servía para cortar, se acercó al bebé y le gritó que se callara y cuando lo quería agarrar yo sin pensar me fui sobre él.” Mónica estuvo en medio de un proceso judicial por más de un año. Un tribunal la condenó a cuatro años de prisión por homicidio en estado de emoción violenta. La familia del difunto apeló la condena y exigen un pago por reparación digna. En medio de tanta tragedia, una luz se abrió para Mónica, el caso se dio a conocer en las redes sociales, y un grupo de mujeres solidarias organizaron una colecta de dinero para apoyarla a pagar la fianza, los gastos de abogados y lo más importante; para que pueda cuidar de sus hijos y recuperar poco a poco la dignidad, la alegría y la fe en la vida. Cuando le preguntaron a Mónica qué haría si pudiera retroceder el tiempo, su respuesta fue: “No permitirle el primer golpe”. Es un consejo digno de tomar en cuenta.
Fuente: Las Otras Luchas
Autor: Lucía Escobar