Explotando Atitlán
Todo aquel que ha puesto un pie en el lago de Atitlán ha sentido la conmovedora belleza de su presencia. Hasta las almas más duras, suelen ablandarse ante un atardecer frente a los volcanes. Atitlán es el lugar perfecto para enamorarse, para creer en el paraíso, la utopía y el bien común. Cuando un extranjero visita Guatemala, tiene que hacer parada obligatoria en el laguito. Siempre le faltarán días para conocer la enorme diversidad de culturas, fauna, flora y tradiciones que se dan en la cuenca del lago. No digamos el montón de deportes y actividades que pueden realizarse como el buceo, el parapente o el remo. Tzutujiles, quichés, kachiqueles, mestizos y extranjeros comparten (no exentos de conflictos) sus aún cristalinas aguas, tomando cada día más conciencia de la importancia de cuidarlas. Siempre se ha dicho que el lago tiene algo de mágico porque ha logrado salir más o menos sano, de la cantidad de basura química que llega a sus aguas por medio de basureros clandestinos, deforestación y aguas negras que van directamente al lago. No contentos, con toda esta contaminación que cae diariamente al lago, el Gobierno de Guatemala, ese ente abstracto que nos representa, realizó así muy a escondiditas, un convenio con la minera canadiense Centram Geothermal para la exploración geotérmica en 483 kms. cuadrados dentro de la cuenca de Atitlán para luego implementar la explotación. Yo no sé ni qué pensar, me dan ganas de llorar o de hacer huelga de hambre. Pero algo hay que hacer porque aceptarlo calladitos y de buena gana, no es de cristianos.
Fuente: Las Otras Luchas
Autora: Lucía Escobar