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Ángeles sin luz

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Este sábado el Centro Histórico de la ciudad capital de Guatemala se iluminó con antorchas y velas en una manifestación más en contra de la corrupción y otros males.

Al mismo tiempo que estas luces de esperanza iluminaban la Plaza Central, la vida de Ángel Ariel Escalante Pérez se apagaba después de pasar 14 días de agonía en el Hospital San Juan de Dios. Ángel nació en Nicaragua hace 12 años y emigró con su familia a Guatemala en busca de mejores oportunidades.

El pasado 18 de junio, Ángel desapareció cuando regresaba de la escuela y un día después lo encontraron al fondo del barranco. Se cree que fue secuestrado por pandilleros que querían obligarlo a matar como rito de iniciación. Ángel se negó. Le dieron dos opciones: ser descuartizado o tirado del puente Belice. Ángel eligió la vida, y la muerte lo eligió a él.

La historia de ese niño, al que ahora llaman “héroe” es conmovedora y aun así no logró movilizar a la sociedad para evitar que muriera en un hospital público mientras su padre salía a comprar agua esterilizada porque ahí no había.

Ángel murió dos veces, y seguirá muriendo muchas veces más mientras existan diputados con millones de quetzales en sus cuentas y que no entienden que todo es vinculante: No roban dinero, roban medicinas, ambulancias, parques, libros, roban el futuro de niños y niñas.

Cada vez que un político se embolsa dinero del erario público muere Ángel, cuando un burócrata llena maletas de pisto muere Ángel, si un empresario evade impuestos muere Ángel. Esos ladrones de cuello blanco son los verdaderos pandilleros y mareros de este país, los causantes de esta triste lluvia de ángeles sin luz.

Autor: Lucía Escobar
Fuente: Las Otras Luchas



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