GuatemalaPoemas

Temporal de Justicia


No, si no ha llovido por gusto en mayo. No por gusto florea el izote y el tamborillo, no por gusto reverdece el zacate y no por gusto las libélulas se enfilan hacia la quebrada. No por gusto se despiden las chicharras con un sonoro canto silvestre. No por gusto los charcos y los lodazales. No por gusto es el mes de la siembra, el mes de la fertilidad de la tierra.

Un diez de mayo inolvidable. De chiripa, carambola, temblorina, apocalíptico, capicúa. Un diez de mayo de un dos tres chiricuarta por mí y por mis amigos, de esos amigos niños, adolescentes que desde la negrura de una fosa clandestina corren en el juego de la libertad.

Insólitamente hermosa es la prosa de la justicia cuando se desnuda en sutileza ante un pueblo que ha clamado sus versos más sublimes, durante siglos.

No, si el temporal no es por gusto el agua lava las heridas porque es agua caída del cielo abrazada por las nubes que han sido testigos de tanta atrocidad.

Engranizada para hacer retumbar hasta la más seca quebrada de injusticia y desaliento.

Un diez de mayo poéticamente lozano la semilla volverá a crecer no existirá jamás tierra arrasada que no retoñe la raíz de un nuevo amanecer.

Ningún fusil que robe el suspiro de la vida en albedrío.

Se escucha en el viento el eco de cantos de todos aquellos, de todas aquellas que en la sombras de las desapariciones forzadas hoy elevan las voces en trovas de ventura y bonanza. Se siente el latir de sus corazones en cada gota de lluvia. No han muerto, son inmortales, perennes flores en los zacatales.

Hoy majestuosamente honrado el diez de mayo hace loor a la fecha, honrar a la mujer madre: la madre de hijos e hijas desaparecidos, madres de crías a las que se las tragó el genocidio, madres que hoy prueban por primera vez el sabor de la sal de una lágrima de sosiego, de tranquilidad, una lágrima que permite un respiro, un descanso bajo la sombra del pino.

El mes de la lluvia ha mojado la tierra árida, desértica, ultrajada, manchada de sangre seca que derramaron las oquedades de niñas y mujeres violadas por el hermano soldado que nos las respetó. La sangre de vidas truncadas en la ferocidad y el ansia de asesinos disfrazados de seguridad.

Cantan las aves, entona el riachuelo las coplas de un nuevo nacimiento en el corazón de la montaña, agua cristalina que nutrirá hasta el alma más golpeada por el puño genocida.

En la urbe las paredes bajo siete capas de pintura guardan tranquilas los recuerdos que hoy en grafiti van a expresar.

No, si en mayo no llueve por gusto. El temporal no es pasada de nube. Nos ha caído una borrasca de justicia, ¡salgamos a mojarnos!

Por quienes hoy aun anónimos ocultos sus cuerpos en más de una cuneta en las calles del país, aplauden la memoria histórica, la honradez, y lucha implacable.

Salgamos a mojarnos por quienes lloraron sangre en los centros de tortura.

Por quienes hoy no pueden abrazar a sus madres, conversar con sus padres.

Por quienes hoy dejan de ser invisibles en el paso del tiempo y han tomado las calles, los caminos y los cerros retornando a sus hogares convertidos en lluvia y niebla llamadas: justicia.

Salgamos a mojarnos por los miles que desde el amargo exilio han bebido la hiel del destierro obligatorio, consecuentemente por salvaguardar sus vidas.

No, si en mayo no llueve por gusto, tampoco por gusto florea el izote, el güisquilar, y las guías de ayote, es porque pronto darán los frutos de estas largas décadas en busca de la justicia que dejó de ser botón.

Salgamos a mojarnos que esto no es un chaparrón. Tampoco visión de espanto en madrugada, créalo en Guatemala se empieza a respirar la bruma de la justicia en el colorido mes de las flores.

Salgamos a mojarnos por la memoria histórica, por el corazón latiendo de quienes hoy desde alguna nube convertidos y convertidas en gotas de lluvia nos abrazan.

Por ellos y por ellas que son el arcoíris que nos recuerda que después del temporal el cielo escampa.

¡Sí hubo genocidio y ha sido comprobado!

Aún falta acabar con el gorgojo de la milpa enjilotada para poderla ver mazorca, así mismo tirarle el chilate a los coches que ya se empieza a shuquear, hoy se tiró el primer guacal aun faltan otros toles y tinajas. Y muchas mazmorras por llenar.

Gracias a quienes desde siempre han luchado, a las chicharras de más de un verano, a los gorriones de pechos amarillos, y a quien desde su plataforma se ha mantenido firme sin respiro en la búsqueda de la justicia. A ustedes gracias por dejar a las generaciones nacientes el ejemplo de la honra y la frescura de la memoria histórica con el otro rostro de la verdad.

Autor: Ilka Oliva Corado
Fuente: Crónicas de una inquilina

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