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Servirse en lugar de servir

Otto Pérez y Roxana Baldetti
Guatemala es un país que tiene demasiadas carencias, las cuales se ven reflejadas en múltiples estadísticas donde tristemente ocupamos primeros lugares, desnutrición, analfabetismo y un largo etcétera, pero que no sólo son los números fríos sino crueles realidades que viven y padecen las grandes mayorías de este país, por tanto, la función de los políticos que nos llegan a gobernar sería la de crear y fomentar toda una serie de políticas, programas y condiciones que reviertan esos números ingratos en que nos encontramos, sin embargo vemos con espanto que esto no sucede desde la instalación de la era democrática luego del oscuro período de dictaduras militares. Desde el año 85 para acá, cada 5 años, inicialmente, y después cada 4 años como es actualmente sufrimos el bombardeo mediático de la propaganda electoral que contrario a nuestras realidades cada vez maneja nuevas cifras millonarias de financiamiento para decirnos con todo tipo de parafernalia y por todos los medios posibles que la propuesta electoral de X, Y o Z será la que resolverá con varita mágica todos los problemas del país, TODOS y lo único que nos piden es nuestro voto y allí estamos en cada proceso electoral como borregos dando nuestro voto por ese Mesías Salvador , que tristemente no fue por el que votamos cuatro años atrás, ni tampoco el de ocho atrás, ni ninguno de los anteriores que con las mismas, repetidas y gastadas promesas nos habían ofrecido que nuestro país de la noche a la mañana se convertirá en ese paraíso prometido dónde íbamos a estar bien. Pero mientras la gran mayoría sigue en el averno, lo que sí es una realidad, es que estos políticos si obtienen estando en el poder el cielo y el paraíso para ellos y sus familias porque luego de “servir” al pueblo durante cuatro añitos o más cómo los alcaldes o diputados que logran ser reelectos n veces por todos los colores de partido posible, pasan a engrosar la lista de nuevos ricos de nuestro país, una ascensión meteórica a los lujos, las riquezas y la opulencia y el futuro asegurado para dos o más generaciones de su descendencia.

Está es la razón por la que ser político es la carrera y el negocio más rentable de nuestro país y para la cual no se necesita siquiera dejar las pestañas sobre los libros, ni maestrías, ni ser emprendedor (cómo nos atormentan con eso), ni nada, simplemente el deseo denodado de robar, quise decir de servir a nuestro país. El problema es que mientras más se avanza en el tiempo la voracidad de nuestros servidores públicos parece no tener límite, quieren más, más y más. Recientemente el periódico ha desvelado las terrenitos con su ranchito que nuestros gobernantes de turno poseen para su descanso, ambos en el departamento de Chimaltenango, el del señor Presidente un poco más modesto costó $ 2,000,000.00, porque la de la señora vicepresidenta sólo el terreno costo Q 25,000,000.00, algo que para una persona que anteriormente pasó “sirviendo” al país ocho años como diputada sería impensable poder adquirir, pero aquí en Guatemala si se puede y estos obviamente sólo son unos de los bienes que han adquirido, aparte que casualmente, quizá porque son muy amigos, ambos comparten el gusto por los caballos pura sangre, porque pareciera que ahora un político que se digne de estar bien tiene que tener caballos, ese parece el valor que lo hace a uno ser del club de la gente que está bien, que coincidencia que también es el gusto predilecto de los narcos, no cabe duda que es la moda en los oficios más productivos económicamente en el país, política y narcotráfico, es decir la mafia.

Dónde el cinismo no tiene límite es cuando los vemos en actos públicos, no cabe duda que la vanidad es uno de los peores defectos de nosotros los humanos porque encima que defraudan a la población, encima que se enriquecen voraz y descaradamente de forma ilícita, se solazan sintiéndose poderosos y admirados, basta ver al actual binomio en los actos oficiales para el 15 de septiembre, dónde se pasearon orgullosos y cual emperadores romanos saludaron a sus súbditos, no cabe duda que la honestidad es la virtud perdida de estos infames.

Pero lo más triste, lo que más abruma es pensar que ahora hay otro de color rojo esperando turno para asaltar el poder y no precisamente para llegar a servir al país sino cómo todos para servirse, un círculo que los guatemaltecos dignos (si es que todavía hay) debemos romper, así que debemos dejar la indiferencia y los lamentos y hacer algo por romper este ciclo, nuestra primera consigna deberá ser cambiar la ley de partidos políticos para que los dueños del país no puedan financiar a estas bandas de ladrones y corruptos (llamados partidos políticos) que sólo buscan el beneficio de sus financistas y el de ellos, cómo tristemente ha venido siendo de 1985 para acá. Porque aunque todo se mire negro, debemos tener esperanza, entre nosotros puede haber un personaje como Pepe Mujica de Uruguay que ha dado una verdadera lección de vocación y servicio por trabajar por su país sin beneficiarse, debe haber alguien en Guatemala que rompa este ciclo maldito y que llegue a servir al país y no a servirse de él para hacerse rico, ojalá pronto retomemos el camino de la honestidad y la dignidad que nos conduzca a construir un país con oportunidades para todos, que nos permita a la mayoría vivir una vida decorosa, un país con futuro, algo que todos nos merecemos y que los políticos del 85 para acá nos han negado.

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