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¡Salve Guatemala!

Poema de Miguel Angel Asturias
Ahora que estamos en el mes patrio y hoy que es 15 de septiembre de 2014 me parece oportuno leer el poema que recién conocí «Salve Guatemala» de Miguel Ángel Asturias. La realidad es que en Guatemala precisamente no hemos sido ni muy independientes, ni muy libres, así que vale la pena luchar y aportar para realmente serlo y ante tanta opresión este poema nos puede motivar a ser actores y no observadores de una Guatemala mejor.

¡Salve Guatemala!

¡Salve, Guatemala del anhelo y de las alas rubias

dos veces extraída del amor!

¡Salve, Guatemala del no callado musical silencio!

¡Salve, mano del Bien!

¡Salve mano de Dios!

Puertas son las espaldas. No veas extramuros.

Puertas de hueso y carne a la entrada del mundo,

en la ciudad del grito, donde se lustran las botas

con sangre, militares de muerte.

¡No veas! Las espaldas del hombre encadenado

oculten la visión de las cárceles llenas, los muros

fusilados, los caminos huyendo pavoridosÉ

¡No veas, lo que fue ameno entre campos de flores,

fiesta del poderío del hombre ciudadano,

hoy convertido en yugo, picota y sacristía!

¡Ciégate la ventura de no ver

y deja que nosotos no apartemos los ojos

de ti que eres esposa, madre, hija, doncella,

hoy vendida al extraño! ¡Oh castigo! ¡Castigo!

Nadie mueve los labios y todos ven incrédulos,

ven de día y de noche, lo que, Patria, no veas,

al gran filibustero morder los onomásticos

de tus senos granudos de tierra cariñosa,

huesudo carnicero, y a los que te vendieron

cuidar que no interrumpa ninguno el festín de oro.

Sople el viento la antorcha de colores

que pinta con su luz tu firmamento,

la noche oculte el día para siempre,

el gran filibustero con ojos animales

devora intimidades de la Patria,

la palpa igual que un pelotero

y la aguija para que de vergüenza

se desmaye en sus brazos…

¿Por que Dios es tan malo que no se apaga el cielo?

Sálgase el mar y barra con la tierra y los lagos,

tanta dulzura, tanta riqueza acumulada,

un teremoto acabe con todo para siempre,

el gran filibustero, baboso de tabaco,

taladra con su idioma trepidante

el oído de aroma de la Patria,

que ya no tiene nombre…

¿Por que Dios es tan malo que no se apaga el cielo?

No hay tiempo en las arenas

de las esclavitudes.

En las hojas, hay tiempo,

en las ramas, los troncos y raíces,

hay ese tiempo vivo que es del que vive el hombre

y el que la Patria un día tenía en sus relojes,

hoy el filibustero le cuenta las jornadas

para que satisfaga su ambición de pirata…

¡Oh, tardanza del fuego, del huracán y el rayo!

¡Patria con su cintura de bisagra quebrada!

¿Que otro atributo el suyo que su esbeltez?

¿Que otro atributo, en alto, que el cántaro con agua?

¿Que borceguí más fino que la piel de su planta?

¡Salid, filudas llamas y degollad cosechas!

¡Hay que incendiar la tierra contra el filibustero!

No es un mito el veneno que adormece y enjuta,

las cadenas del hielo, el vinagre en la esponja…

¡Poblad de muerte el tiempo!

¡Poblad de muerte el mundo!

¡Ni una isla de vida!

¡Ni una isla de sueño!

¡La Patria fue vendida al gran filibustero!

Los árboles se duermen en invierno.

Así la Patria duerma mientras ellos imperen,

el gran filibustero y los mil cancerberos,

así la Patria duerma mientras ellos dominen,

así la Patria duerma en espera del día

en que habrá que decir a las estrellas, brillen,

a las aguas reflejen la alegría sonora

de la cara del cielo y a los muertos despierten

que ha llegado la hora del hogar sin verdugos,

de la vida sin miedo, de la tierra sin amos,

de la siembra y cosecha de los preciosos granos,

del día venturoso de abrir los brazos todos

para echarnos al cuello de la Patria querida

y decirle con lluvia de júbilo en los ojos,

estás entre tus hijos,

y ellos están contigo.

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