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Mi Mamá Maestra

Mi mamá maestra
Cada 25 de junio y siempre, pienso mucho en mi mamá, en mi mamá maestra. Si algo me llena de orgullo es tener una mamá maestra, aparte de todo el amor que me ha brindado, siento que mi vida, nuestra vida, no hubiera sido igual sin mi mamá maestra. Todas las profesiones tienen mérito y muchas mujeres alcanzan el éxito desarrollándose en su área, pero en un país tercermundista como el nuestro, el magisterio es una profesión loable, admirable, sobre todo cuando se es maestro de corazón y de vocación como siempre vi a mi mamá, todos los días de su vida, desde que yo tuve uso de razón hasta el 2003, siempre entregándose en cuerpo y alma a enseñar, ella nació para enseñar y por eso aunque se haya graduado de profesional y tenga tres títulos universitarios, para mí, mi mamá no es la Licenciada en Historia, no, siempre ha sido, siempre fue y siempre será, mi mamá maestra.

No sé si uno ya trae la afición por la lectura o la adquiere por su entorno, pero no olvido que desde mi edad más temprana en mi casa siempre hubo libros, los libros de cuentos me fascinaban y los premios que mi mamá me daba por ganar los grados eran libros de cuentos, supongo porque era mi mamá maestra, además siempre andaba comprando libros y enciclopedias, como nos deleitamos con mis hermanos, leyendo la Enciclopedia de Oro y la Lo Sé Todo, y gracias ¿A quién? Indudablemente a mi mamá maestra, ¿Por qué leí yo a los 10 años, La Ilíada, La Odisea, La Guerra y La Paz y La Cabaña del Tío Tom? Por mi mamá maestra, que tuvo a bien comprar los compendios juveniles de la Editorial Atlántida. Mucho de lo que uno es, de lo que uno sabe, se lo debe a los libros y los libros son parte de mi vida por mi mamá maestra. Mi mamá no solo le brindó el pan del saber a tantas generaciones, sino se lo brindo a sus hijos, yo no sería ni la mitad de lo que soy sin mi mamá maestra.

El magisterio la llevo por tantos caminos y no logro imaginar, ni cuantificar cuántos niños y jóvenes pudieron ser sus alumnos, pero fueron muchos, en su recorrido extenso en el área urbana y en el área rural, en primaria, en secundaria y en la Universidad. Que orgullo que su trayectoria la haya llevado a todos los niveles de la educación en Guatemala y solo hay una razón, porque mi mamá es maestra, una verdadera maestra, una señora maestra. Y aunque el magisterio sea tan mal remunerado y sacrificado y tan poco reconocido, mi mamá fue una de las que de veras dignificó esa noble profesión, recorrió los caminos polvorientos de la patria para llevar el conocimiento a los menos favorecidos y también lo hizo para los totalmente favorecidos y en ambos casos, lo hizo con gran dedicación, con entrega, con esmero y se lo reconocen sus alumnos de todos los estratos sociales, que es el reconocimiento que más vale, he visto tantas veces, a tantos ex alumnos saludarla y abrazarla con gran entusiasmo y emoción, quizá ese sea el mejor pago que ha recibido por su gran labor.

El recorrido de mi mamá maestra, fue muy amplio, pero conoció el área rural, trabajando en Socio Educativo Rural, dando Educación para el Hogar a las señoras indígenas, en la escuelita de Santa Inés Pinula, fue Maestra de grado, primero y segundo y además directora, ella era todo el personal docente, en la Justo Rufino Barrios, fue maestra y luego directora con grado, me recuerdo que introdujo el teléfono en la escuela. En su segunda época en Guate, fue maestra de la Rómulo Gallegos, hablaba tanto de sus alumnos, que me recuerdo que su mejor alumna se llamaba Mayarí Roulet Pellecer y cuando yo estuve en sexto, que ella también estaba dando sexto, se llamaba Edna. Cuando dio clases en la Francia, recuerdo sus famosos alumnos que tuvo de primero a Sexto, Feliz Ajiatax, Samuel Portillo y Evelyn, como lloró aquí en la casa después de la clausura de sexto de estos niños y luego cuando dio clases en secundaria en el Valle Verde, que por siempre será recordado como “El Colegio”, ahí dónde pasó 10 años muy felices, tal vez los más felices. Y luego la Universidad del Valle, donde culminó su trayectoria, esa trayectoria por la cual el magisterio fue parte medular de su vida y de nuestra vida, y por eso para mí, ella es mi mamá maestra.

Aquel poema al maestro dice: “Ser maestro es llevar en las manos, una antorcha de luz encendida” y esa es la que vos siempre has llevado mamita, con la que nos iluminaste a tantos, por eso en mi corazón llevo grabado tu recuerdo de maestra de primaria, por eso si alguien me pregunta ¿Qué es tu mamá? Digo con mucho orgullo, es MAESTRA. Ahora que miro tus manos con algunos dedos deformados por la artritis, se me viene a la mente tu compañero inseparable, el yeso, como recuerdo tus manitas empolvadas con el yeso, porque te encantaba escribir en el pizarrón al dar tus clases, como eran de bonitas tus clases, todavía te recuerdo dando clases en la Justo Rufino Barrios, en el Cantón Barrios de Olintepeque, como que hubiera sido ayer. Por eso, serás siempre para mi vida, mi única, mi inigualable, mi gran mamá MAESTRA.

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