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En un mundo paralelo

En un mundo paralelo
Campesinos, viudas, huérfanos e inconformes llegaron el domingo a la capital caminando desde los cuatro puntos cardinales del país. Traían carteles que decían #SiHuboGenocidio. Maestros, estudiantes, transportistas, empresarios, colectivos de la diversidad sexual, religiosos y sindicalistas los recibieron con flores y agua fresca en una inusitada muestra de solidaridad. La diversidad de colores usados y de posturas expresadas no peleó con el objetivo principal de la marcha; defender la vida. Se presume que el primer aniversario de la condena por genocidio y crímenes de la lesa humanidad contra Efraín Ríos Montt fue la gota que derramó el vaso de la indiferencia y logró el milagro del nacimiento de la conciencia y el sentido común de los guatemaltecos. Nadie quedó excluido, todos cabían en esa Guatemala; rojos y cremas de la mano, pobres y ricos, guerrilleros y militares marcharon apoyando la gestión histórica de Claudia Paz y Paz y de la jueza Yasmín Barrios. Exigieron entre otras cosas la protección y atención médica de las miles de niñas que cada año se convierten en madres; el juicio y castigo de los violadores y la aplicación de mano dura para los responsables de la trata con fines de prostitución y/o esclavitud doméstica; además del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de todas las mujeres. En la marcha se exigió el cese a la persecución penal de los defensores de los derechos humanos y colectivos y se reivindicó la importancia del estado laico como base de una democracia sana. Todo terminó con una fiesta electrónica gratuita en el parque central. No se reportaron heridos, mucho menos enojados.
Fuente: Las Otras Luchas
Autor: Lucía Escobar

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